Vimos en la entrada anterior que Pablo refuta completamente una objeción en contra de la justicia de Dios nacida de una mala comprensión de la doctrina de la elección soberana y la naturaleza ética de Dios. Cuando el hombre es puesto en el lugar de Dios y se vuelve a sí mismo el parámetro de todas las cosas, el resultado será siempre un desastre, especialmente a la hora de juzgar el obrar de Dios. Pablo define el tema de manera conclusiva al poner las cosas en su lugar respectivo, es decir, dejando a Dios como origen y parámetro de lo que es justo, incluyendo Sus propias obras.
Sin embargo, nuestro oponente imaginario no se detiene. Al ver que Dios es justo al manifestar Su elección y reprobación sobre los hombres, ya sea teniendo misericordia de unos o endureciendo a otros, distingue una supuesta contradicción entre la soberanía de Dios y la responsabilidad del hombre. Veamos de qué manera Pablo responde esta objeción. Seguir leyendo