¿Los cristianos pueden beber alcohol?

Muchas veces me han preguntado si los cristianos pueden beber alcohol. Al parecer este es un tema conflictivo para muchos cristianos. Mi respuesta, de forma resumida, siempre ha sido la misma: “¡Claro que podemos beber alcohol! La Biblia nunca prohíbe el consumo de alcohol sino que prohíbe el abuso del alcohol.” En este artículo quiero dar una respuesta más larga a esta pregunta.

Antes de avanzar más quiero decir que yo bebo alcohol. Encuentro que el sabor del pisco es delicioso. Me gusta pasar la sed con cerveza. El vino no me gusta mucho, de hecho, tomo vino solamente cuando participo de la Cena del Señor. Pero esto no quiere decir que soy un adicto al alcohol. Viví en Brasil cuatro años y medio y una familia muy querida allá pensaba que el consumir alcohol es un pecado y que no era recomendable que yo, como seminarista a cargo de la iglesia, bebiera. No tuve problema en no beber. Hablamos muchas veces sobre este tema. Ellos no me convencieron y yo no los convencí. No bebí nada mientras estaba allá porque creí que nuestra amistad era más importante que mi gusto por algunas bebidas.

Creo que lo primero a ser afirmado, como un presupuesto, es que sólo la Escritura nos dice lo que es moralmente bueno o malo. El apóstol Juan dice que “el pecado es infracción de la ley” (1 Jn 3:4). Con esto quiero decir no es la psicología, la sociología, la medicina, ni ninguna otra ciencia, quien puede colocar las reglas morales por las cuales debemos vivir. La Palabra de Dios es suficiente para eso, ella es nuestra única regla de fe y conducta. No tengo temor de enseñar lo que la Biblia dice, aunque muchos puedan usar mi argumentación para excederse en el consumo del alcohol, pues Dios nos enseña que “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” (2 Tim. 3.16-17) y que “las cosas reveladas nos pertenecen a nosotros y a nuestros hijos para siempre, a fin de que guardemos todas las palabras de esta ley.” (Deu. 29:29). Mi intención, entonces, es enseñar lo que la Biblia dice.

Creo que debemos comenzar el análisis de lo que la Escritura nos enseña afirmando que cuando la Biblia habla de vino no habla de jugo de uva, pues este es uno de los argumentos que usan aquellos que dicen que esto está prohibido para los cristianos[1], sino que habla de vino con contenido alcohólico, tal como hoy lo conocemos. Esto es claro para mí a partir de varios textos de la Escritura. La primera vez que se menciona el vino es en Génesis 9.21 donde se nos dice que Noé “bebió del vino, y se embriagó”. Si el vino embriaga entonces tiene alcohol, no hay otra explicación. Otro ejemplo lo encontramos en el Salmo 104. En este Salmo encontramos al salmista bendiciendo a Dios y menciona varias causas para hacer esto. Una de ellas es que Dios produce “el vino que alegra el corazón del hombre” (Sal. 104:15). Este alegrar el corazón se refiere al efecto que el alcohol provoca. Comentando estas palabras, dice Calvino, “se nos enseña, que Dios no sólo prevé la necesidad de los hombres, y otorga a ellos tanto como es suficiente a los efectos normales de la vida, pero que en su bondad Él trata aún más generosamente con ellos animando sus corazones con vino y el aceite. La naturaleza sin duda estaría satisfecha con agua para beber; y por lo tanto la adición de vino se debe a la sobreabundante liberalidad de Dios.”[2] Calvino entiende que el vino es una bendición de Dios hacia su creación.

En el mismo sentido, Deuteronomio 14.22-26 regula lo que debería ser la fiesta de los diezmos. En esta fiesta las familias debían guardar parte de la producción del año y gozarse con esto. Si el lugar donde Dios manda hacer la fiesta estaba muy lejos las familias debían vender esta producción y al llegar donde Dios mandaba ellos debían cambiar el dinero “por vacas, por ovejas, por vino, por sidra [una bebida con más contenido alcohólico que el vino común], o por cualquier cosa que tú deseares…” (Deu 14:26). Esta fiesta tenía el propósito de aprender a temer a Dios y alegrarse en familia.

Otro lugar donde la Biblia nos habla del vino como un regalo de Dios para nuestra alegría es una profecía que encontramos en Isaías 25.6, que dice: “Y Jehová de los ejércitos hará en este monte a todos los pueblos banquete de manjares suculentos, banquete de vinos refinados, de gruesos tuétanos y de vinos purificados.” Es interesante que el texto continúa y es claro que este banquete se cumplirá en la próxima venida del Señor: “Y destruirá en este monte la cubierta con que están cubiertos todos los pueblos, y el velo que envuelve a todas las naciones. Destruirá a la muerte para siempre; y enjugará Jehová el Señor toda lágrima de todos los rostros; y quitará la afrenta de su pueblo de toda la tierra; porque Jehová lo ha dicho. Y se dirá en aquel día: He aquí, éste es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará; éste es Jehová a quien hemos esperado, nos gozaremos y nos alegraremos en su salvación.” (Isa 25:7-9). Quizás Jesús habla de este banquete cuando dice “Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.” (Mat 26:29).

En el Nuevo Testamento encontramos versículos como 1 Timoteo 3.3, 8 y Tito 1.7 donde Pablo menciona algunos requisitos para aquellos que desean ser obispos y diáconos. En ambos casos Pablo dice que los candidatos no deben ser “dados al vino” o “al mucho vino” en caso de los diáconos. Si el vino del que Pablo habla no tuviera alcohol ¿cuál sería el problema de beberlo? ¿Pablo estaría prohibiendo el consumo de jugo de uva? Esto no tiene sentido. En el adjetivo πάροινον (pároinon, dado al vino) la preposición παρὰ (pará) significa “más allá” lo que en este caso indica “exceso de” οἶνος (vino). El problema no es el consumo de vino sino que el exceso de este consumo. Esto no tendría sentido si solamente se estuviera hablando de jugo de uva.

En este mismo sentido el apóstol Pablo dice en Efesios 5.18: “No os embriaguéis [μεθύσκεσθε, intoxiquéis] con vino”. Pablo no prohíbe aquí el consumo de alcohol. Podría haber hecho esto sin problema y más claramente usando otras palabras. Lo que Pablo prohíbe aquí, igual que en los textos recién vistos, es el exceso en el consumo del vino o la intoxicación con él.

Quizás sea clave entender la relación de Jesús con el vino para entender mejor cuál debe ser nuestra relación con él. La verdad es que no encontramos ningún texto donde explícitamente se nos diga que Jesús bebió vino, pero esto no quiere decir que Él no lo haya bebido. De hecho, casi no hay ningún texto que diga explícitamente que Jesús haya bebido alguna cosa. Según McDurmon[3] hay sólo una excepción: en los relatos de la crucifixión de Cristo encontramos que los soldados hicieron que Él bebiera vinagre (Jn. 19.28-30). Este vinagre es vino que por haber sido expuesto mucho tiempo al oxígeno se avinagraba. Este vinagre era usado por los soldados para aliviar sus dolores cuando eran heridos y, al parecer, era común que se les diera a los crucificados. Jesús bebió este vinagre para que se cumplieran las profecías de Salmos 22.15 y 69.20-21.

Si esta única afirmación explícita no es suficiente encontramos muchas afirmaciones que implícitamente nos dicen que Jesús si bebió. Una de ellas es encontrada en Lucas 7.33-35, donde dice: “Porque vino Juan el Bautista, que ni comía pan ni bebía vino, y decís: Demonio tiene. Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y decís: Éste es un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores. Mas la sabiduría es justificada por todos sus hijos.” De este relato entendemos que el problema de los fariseos y los intérpretes de la ley no era la falta de testimonio de la verdad sino que su propio rechazo a esa verdad. Ellos no recibieron bien a Juan el bautista ni a Jesús. A Juan el bautista no lo recibieron porque no comía pan ni bebía vino y a Jesús lo rechazaron por comer y beber estos alimentos y, de hecho, lo llamaban comilón y beberrón. Entendemos, por la imposibilidad de pecar, que Jesús no puede haber abusado del alcohol. Sin embargo, entendemos que Jesús si bebía. Si no lo hubiera hecho se habría defendido de esa mentira. A la luz de Lucas 1.15 entendemos que Juan bautista realmente no bebía alcohol por lo que debemos entender que lo que se dice de Jesús, que comía y bebía, también es real.

Además debemos decir que los evangelios nos relatan dos ocasiones en las que Jesús dio a otros vino para que lo bebieran: en la boda en Caná y al instituir la Cena.

Concluimos que Jesús no rechazaba el consumo de vino, sino que, al contrario, Él mismo lo bebía y dio a otros para que también lo bebieran.

Otro argumento usado por los prohibicionistas es el que se basa en la enseñanza paulina sobre “el hermano débil”. Muchas veces este argumento es usado por hermanos que entienden que la Biblia no prohíbe explícitamente el consumo de alcohol, pero que creen que por amor lo mejor es abstenerse totalmente de beberlo. Este argumento viene de las palabras de Pablo en Romanos 14.15 y 21: “Pero si por causa de la comida tu hermano es contristado, ya no andas conforme al amor… Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, o se ofenda, o se debilite.” El argumento sería así: Si algo que usted hace escandaliza a alguien entonces eso no debe ser hecho. Entonces, si beber alcohol produce que algunos hermanos se escandalicen es mejor no beber.

Veamos el contexto para saber si esto es lo que este texto enseña:

Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones. Porque uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es débil, come legumbres. El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido. ¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme. Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente. (Rom 14:1-5)

De este texto, dice McDurmon[4], podemos aprender varias cosas. Primero entendemos que el débil es alguien de afuera. Alguien a quien se recibe. Alguien nuevo, que no lleva mucho tiempo con la iglesia, que no es maduro. Segundo, los adjetivos débil y fuerte son evaluaciones de la posición de las personas con relación a la libertad. El fuerte cree en más libertad, el débil en menos libertad. Tercero, el hermano débil es el prohibicionista. Es decir, el débil cree que hay que prohibir beber vino, el fuerte cree que no hay problema con beberlo. Cuarto, y a mi juicio lo más relevante en este pasaje, es que la ley del amor exige que ambas partes se permitan vivir según sus propias conciencias. El que bebe no debe menospreciar al que no bebe y el que no bebe no debe prohibir beber al que bebe.

Siguiendo estas reglas, el apóstol dice que los fuertes deben tolerar las flaquezas de los débiles (Rom. 15.1). ¿Significa esto que los fuertes deben ceder a todo lo que dicen los débiles? Claro que no, eso sería negar lo que había dicho en el capítulo 14. Si lo hiciera, entonces todo el argumento que busca incentivar la madurez de los cristianos se echa abajo. Lo que Pablo está diciendo es que el fuerte no debe rechazar al débil de la comunión con la iglesia. Que no debe ser excluido por su debilidad. Antes fue dicho que Jesús bebía y, de hecho, esto escandalizaba a algunos: los fariseos. Sin embargo igual Jesús no sólo da vino para que otros beban y manda que eso siga haciéndose hasta que Él vuelva, sino que promete que Él volverá a beber vino. Nadie podría decir que Jesús quebró la regla del amor.

Volvamos a las palabras de Pablo. El primer ejemplo que él usa, en 14.2, no está relacionado con el tomar vino, sino que con comer carne. El ejemplo de débil es un vegetariano. ¿Esto significa que si hay hermanos vegetarianos en una de nuestras iglesias nunca debemos comer carne? ¿Y si llega alguien creyendo que no debemos comer carne ni vegetales? ¿Qué hará la iglesia? ¿La iglesia hará todas las cosas siempre considerando la opinión del más débil en la congregación? Creo que claramente ninguna iglesia llegaría a este extremo.

Los versículos finales del capítulo son claros: “el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado” (14.23). Si alguien presiona al otro a hacer lo que no cree está violando su libertad de conciencia. El abstinente, que se abstenga. El que bebe, que beba. Ninguno obligue al otro a hacer lo contrario ni juzgue al otro por lo que está haciendo.

Los textos que hablan del “hermano débil” no autorizan la prohibición de beber vino sino que, al contrario, condenan a aquel que pretende tal prohibición.

Otro argumento viene de aquellos que usan 1 Corintios 6:12: “Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna.” Entonces ellos hacen la paráfrasis y dicen “beber vino es lícito, pero no conviene”. Generalmente este argumento utiliza algunos estudios que “muestran” lo malo del alcohol para la sociedad. Por lo tanto, concluyen, es mejor no beber. Sin embargo, el gran problema de este entendimiento es que es imposible la coherencia. Sin dudas el dinero, cuando se usa mal, también provoca muchos daños para la sociedad. Muchos asesinatos y asaltos tienen como causa el amor al dinero. El sexo también es un ejemplo de esto. En muchas oportunidades el sexo se usa de forma que no conviene, pero no por eso escuchamos decir que el sexo en el matrimonio también debe ser prohibido. Es cierto que el mal uso del vino, el dinero y el sexo no convienen, pero esto no significa que deba ser prohibido el buen uso de ellos.

¿Pablo está realmente diciendo que hay cosas que Dios nos autoriza hacer, pero que no debemos hacerlas porque no nos convienen? ¿Por qué Dios nos permitiría hacer algo que no nos conviene? Si vemos el contexto veremos que Pablo está lejos de enseñar esto. Desde el versículo 9 hasta el final del capítulo Pablo está tratando de cosas que Dios prohíbe explícitamente. La fornicación, la idolatría, el adulterio, la homosexualidad, el robo, la avaricia, la borrachera, etc., son cosas que nos alejan del reino de Dios. ¿Cómo, entonces, Pablo dice que todas las cosas son lícitas? ¡Obviamente hay cosas que no son lícitas!

Calvino explica mejor el contexto cultural de los corintios. Comentando este texto afirma que “es bien probable que los corintios retuvieran, incluso después de ese tiempo, una gran porción de su antigua licenciosidad, y aún saboreasen las costumbres de la ciudad. Pero donde los vicios corren a riendas sueltas y con impunidad, la costumbre es considerada como ley. Entonces recurren a pretextos indignos con el fin de protegerse. Eso estaba aconteciendo ahí, donde estaban recurriendo al pretexto de la libertad cristiana, de modo que se permitían casi todo.”[5]

Todas las cosas me son lícitas” no es entonces una enseñanza de Pablo, sino que es lo que los corintios decían para justificar sus prácticas, incluso cuando Dios había prohibido tales prácticas. Pablo está, precisamente, negando la idea de que no hay reglas para los cristianos, pero esto no quiere decir que los cristianos tengan que abstenerse de aquello que Dios si les ha permitido hacer.

Creo que estos son los tres argumentos que son más usados para proponer la prohibición de beber alcohol y los tres son claramente falaces al hacer un estudio de lo que la Escritura enseña.

Quien prohíbe el beber alcohol no está haciendo nada bueno. Al contrario, está pecando. Se está poniendo en el lugar de Dios al hacer mandamientos humanos. Esclaviza la conciencia y quiebra la libertad que Cristo compró para los suyos.

Concluyo con tres pensamientos. Lo primero son palabras de Pablo a aquellos que como yo creemos que tenemos libertad para beber alcohol y que, al contrario, es una bendición de Dios (Sal. 104.15): “no uséis la libertad como ocasión para la carne” (Gal 5:13). Así como es claro que la Biblia no prohíbe el consumo de alcohol es también claro que condena fuertemente el abuso de él. Si pensamos que estamos libres de este pecado recordemos las palabras de Pablo: “el que piensa estar firme, mire que no caiga.” (1Co 10:12)

Pero no condena solamente el abuso de consumo. También caracteriza como pecado el que seamos orgullosos por el hecho de ser “fuertes”. No debemos burlarnos ni menospreciar ni creer que somos mejores que aquel que cree que no debe beber.

Finalmente, no permitamos que esto sea un motivo para peleas ni enemistades. “El reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo” (Rom 14:17 R60). Que la justicia, la paz y el gozo sean las cosas importantes.

Notas

[1] Un ejemplo de esto lo encontramos en MacARTHUR, John, ‘El Carácter de Un Pastor’, in El Ministerio Pastoral (Barcelona: Editorial CLIE, 2005). P. 128-130.

[2] Calvin, John. (1998). Calvin’s Commentaries: Psalms (electronic ed.). Logos Library System; Calvin’s Commentaries (Ps 104:15). Albany, OR: Ages Software.

[3] McDURMON, Joel, O Que Jesus Beberia? (Brasilia: Editora Monergismo, 2012). P. 52.

[4] McDURMON, Joel, O Que Jesus Beberia? (Brasilia: Editora Monergismo, 2012) P.100-101.

[5] CALVINO, João, 1 Coríntios (São Bernardo do Campo: Parakletos, 2003). P. 189.

3 comentarios

  1. Bueno no he leido el aritculo entero te lo confieso Marcelo por la simple razón que estoy totalmente de acuerdo contigo o más bien con mi Señor Jesus que dice que «Nada hay fuera del hombre que entre en ‘el que le pueda contaminar». ¡Y nada es nada!
    Yo antes fumaba un poco; 1 o 2 cigairllos por día, pero ahora ya o no lo hago. No es es porque me di cuenta de que esto es pecado pues no lo es. Sino que Dios me quitó un día el placer de fumarme un cigarillo, Lo hizo porque si la mayoria de los hermanos creen que beber es pecado, cuanto más con el tabaco tendrán problema para aditimir que todo es licito aunque no todo conviene, y sin olvidar que lo que a mí me conviene a tí no te conviene… Nuestra libertad se restringe por la ley del amor. Pero el que ha madurado sabe que todo es puro para quién es puro.
    Pero bueno, mantengo que el vino tinto es mejor que la coca cola y aun mejor que la cerveza ¡si no hace calor por supuesto!

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  2. Este es uno de los comentarios mas explicitos, y mejor ajustado en sus argumentaciones escriturales al contexto biblico que he leido sobre este tema si beber o no beber bebidas alcoholicas que nos lleva a juzgarnos unos a otros,menospreciarnos,en fin pecar contra Dios y el hermano que cree una cosa en la cual tenemos la libertad que Cristo gano en la cruz sobre asuntos que no son pecados o claramente aborrecidos por Dios en La Escritura. Soy miembro de una congregacion refornada muy afin al calvinismo y me parecio escuchar a cualquiera de mis 7 pastores predicandonos en este contexto de amor con que nos has edificado en la sana
    doctrina.

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  3. No Marcelo estás bien equivocado y como chileno tu opinión una verguenza o más bien una traición. ¡Yo sostengo que el vino tinto seco es mejor que la cerveza excepto en caso de clima muy caluroso!

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