Una de las cosas que siempre me ha llamado la atención de Pablo es su forma de enseñar, especialmente en la Epístola a los Romanos. La forma en que usa una especie de método socrático para sostener sus afirmaciones es magistral y apologéticamente muy interesante. Un buen apologeta no solamente debe manejar lo que sabe de manera firme y flexible, sino que debe ser capaz de adelantarse a las posibles objeciones de su interlocutor, y Pablo en esta área demuestra ser una joya reluciente, forjada por Dios mismo. Es por esta razón que vemos a Pablo una y otra vez adelantándose a las posibles objeciones que sus oponentes podrían presentar, defendiendo y fortaleciendo su posición como un soldado firme y dispuesto a defender su puesto y atacar lo que se interponga en su camino. Seguir leyendo