Después de la defensa de Agustín al problema del mal (lea la introducción a este tema), analizada en el post anterior, analizaremos la respuesta más usada para defender al cristianismo cuando es enfrentado con el problema del mal. Esta solución está basada en el libre albedrío del hombre. Básicamente, esta solución afirma que aunque Dios es todopoderoso, Él ha decidido que los hombres puedan actuar aparte de su divina influencia. Cuando el hombre elige hacer algo malo actúa sin la influencia de Dios, lo hace por su propio libre albedrío, por lo que Dios no puede entrometerse en las acciones ni elecciones de los hombres, por eso Él tampoco puede ser responsable.