Hoy entregamos la continuación del artículo «El mensaje del evangelismo reformado» de la serie Evangelismo y Fe Reformada.
En esta parte el pastor Engelsma nos dice que el mensaje del evangelismo reformado debe ser predicar el arrepentimiento y la gracia de Dios para perdonar a su pueblo elegido.
Le recomendamos leer la primera parte antes de hacer esta lectura.
El mensaje del evangelismo reformado (II)
Aquí, alguien podría decir que la fe reformada es incapaz de hacer lo que es necesario para evangelizar. Obviamente, Jesús pretendía que los discípulos llamaran a los hombres al arrepentimiento y que ellos proclamaran la promesa de que todo aquel que se arrepiente tendrá remisión y, por lo tanto, salvación. Pero la fe reformada no puede hacer el llamado del evangelio como tampoco éste puede proclamar la promesa indiscriminadamente, dicen los críticos de la fe reformada. En el momento crítico la fe reformada prueba ser impotente.
Esta acusación, o temor, como sea el caso, no tiene fundamento. No tiene una pizca de verdad. Es cierto que la fe reformada no puede ni extenderá la bien conocida oferta a todos los oyentes, por ejemplo, una oferta de salvación en amor supuestamente hecha por Dios a todos los oyentes, con un sincero deseo de salvarlos y dependiendo de si el pecador acepte esa salvación. Esa bien sabida oferta no es nada más que una variación del evangelio «quien lo quiera.» Hace mucho tiempo el destacado teólogo presbiteriano B. B. Warfield devastó este evangelio: Es inútil hablar de salvación para «quien lo quiera» en un mundo de voluntad negativa. Aquí está el punto verdadero de la dificultad: ¿Cómo, dónde podemos obtener la voluntad? Dejen a los otros regocijarse en el evangelio de «quien lo quiera»; porque al pecador que se reconoce a sí mismo, como es pecador, y sabe lo que es ser un pecador, solamente la voluntad motivada por Dios le será suficiente. Si el evangelio ha de estar dedicado para voluntades muertas de hombres pecaminosos, y nada se encuentra en lo alto y más allá, ¿quién, entonces, puede ser salvo? (El Plan de la Salvación, Eerdmans, 1966, p.38).
Pero la fe reformada puede hacer el llamado y lo hace, con autoridad y urgencia, en el nombre de Jesucristo, a todo el que escucha, para que se arrepienta y crea; y esto puede y de hecho proclama que todo aquel que se arrepiente y cree será perdonado y salvo eternamente. Esto es predicar el arrepentimiento.
El arrepentimiento que es predicado incluye una vida de piedad. Arrepentimiento, desde el punto de vista reformado, es un cambio radical de la mente sobre el pecado y, por lo tanto, un cambio radical de vida – un cambio espiritual, una conversión. La predicación reformada fuera de la congregación no esconde de los oyentes que el llamado del evangelio es un llamado a ser discípulo, a llevar la cruz, a la autonegación, a Jesús como Señor y también como Salvador. A veces se pasa por alto que en la Gran Comisión en Mateo 28.18-20 Jesús llama a los apóstoles a disciplinar a las naciones y que la conversión y el bautismo son seguidos por la instrucción a «que guarden todas las cosas que os he mandado.» El evangelismo no termina con «hacer que alguien se salve» sino que continúa enseñando a confesar la verdad en la verdadera iglesia; a amar a otro; a honrar el matrimonio; a someterse al gobierno civil; a vivir separado del mundo y sus obras; y a guardar todos los mandamientos de Cristo Rey. El evangelismo reformado hace eso. Mucho de lo del evangelismo no reformado deja esto completamente fuera. Es por esta razón que es esencial en el trabajo de evangelismo que aquellos que son enseñados en el conocimiento salvador de la verdad sea dirigido a ingresar a una iglesia verdadera, una iglesia reformada. Ningún misionero reformado debe decir al convertido «ahora vaya a la iglesia de su elección».
Esto es esencial en el evangelismo bíblico. La fe reformada, lejos de sentirse avergonzada de ellos, los proclama como ninguna otra fe lo hace.
¿Pero tienen algo que ver las verdades distintivas de la Fe Reformada, las «doctrinas del Calvinismo», con la acusación de algunos hombres sobre la incapacidad de la fe reformada para evangelizar? ¿Dado que la fe reformada predica arrepentimiento para remisión ella debe dejar las grandes doctrinas de la gracia en el púlpito de una iglesia establecida?
¡Dios no lo quiera!
La fe reformada predica la miseria del hombre al ser pecador; y predica que la extensión de tal miseria es la depravación total. Le entrega a todo pecador la sentencia del evangelio, que él está muerto en pecados (Efesios 2.1), incapaz de hacer lo bueno (Romanos 3.9-18), y culpable ante Dios (Romanos 3.19). Específicamente, lo sentencia a ser incapaz de arrepentirse, creer e ir a Cristo, como el evangelio le manda a hacer. La fe reformada predica esto al evangelizar. Al hombre que objeta esto como un pobre evangelismo se le responde que esto fue el mensaje del Jefe de los evangelistas. En Juan 6.44 Jesús dijo a su audiencia «Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere.» Así se le muestra al pecador su gran necesidad y su desamparo.
La fe reformada predica que el venir a Cristo es necesario en el llamado del evangelismo, como la única forma de salvación, es Dios enviando al hombre. Nosotros vamos pero nuestra ida es la obra de Dios en nosotros llamándonos eficazmente. Arrepentimiento y Fe son dones Divinos y no obras humanas. La gracia de Dios es irresistible por el poder del Espíritu Santo. La fe reformada proclama esto en el evangelismo. Al hombre que objeta esto como un pobre evangelismo se le responde que esto fue el mensaje del Jefe de los evangelistas. En Juan 6.44 Jesús declara «Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere.» Así se le muestra al pecador su gran necesidad y su desamparo.
En adición, la fe reformada predica, al evangelizar, que toda venida está basada en la eterna y graciosa elección de Dios. Que uno vaya a Cristo se debe a la graciosa elección de Dios hacia él en la eternidad. La elección es predicada en el campo misionero, la elección envuelve y acompaña a la reprobación – la única elección de que habla le Escritura. Los pecadores siendo llevados a Cristo no quedan en dudas cuando esto pasa. Corazones penitentes y creyentes deben estar seguros del propósito eterno del amor de Dios por ellos y deben glorificar a Dios haciendo la confesión de que la salvación, su propia confesión, es del Señor. Así fue el evangelismo de Jesús. Tal como Él se predicó a sí mismo ante las multitudes de judíos y los llamó a ir a Él, Él exclamó «Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera» (Juan 6:37).
La fe reformada puede hacer evangelismo ya que tiene el evangelio para predicar. Un mensaje de la mera posibilidad de salvación no es evangelio. El mensaje de un Jesús que quiere salvar pero no puede hacerlo no es evangelio. El mensaje de una salvación que depende del hombre que quiere o corre no es evangelio. Como Warfield escribió, en el Plan de Salvación, esto es sólo otra forma de «autosoterismo» – la triste noticia de que el hombre debe salvarse a sí mismo:
Es solamente en la omnipotente gracia en que el pecador puede esperar; pues es sólo la omnipotente gracia la que puede levantar a los muertos. ¿Qué beneficiaría enviar al heraldo gritando en medio de las multitudes de muertos: «Las puertas del cielo están abiertas; todo aquel que quiera entrar en él»? La verdadera cuestión apremiante es, ¿Quién quiere hacer que vivan esos huesos secos? Como contraste a todas las enseñanzas que pudieran tentar al hombre a confiar él mismo en algo, aún la más pequeña parte, de su salvación, el cristianismo lo empuja terminantemente a Dios. Es Dios y Dios solamente quien salva, y que está en todo elemento del proceso salvador.
Nuestra objeción a los predicadores del libre albedrío no es al que ellos ofrezcan salvación sino que ellos no tienen salvación para ofrecer. Todo el que cree su mensaje es un objeto de genuino evangelismo. Los llamamos a abandonar los ídolos muertos de sus propias obras y deseos y confiar en el Dios viviente.
Nosotros tenemos un mensaje como no hay ninguno en el mundo: no un nuevo requisito para que el hombre haga algo para su salvación sino que el anuncio de la salvación que Dios regala. Es verdad, nosotros llamamos a los hombres a arrepentirse y creer pero arrepentimiento y fe no son obras del hombre que obtengan salvación sino que las formas de recibir la salvación. No son esfuerzos humanos sino la renuncia al esfuerzo humano. No son la contribución humana a la salvación sino el regalo de Dios al hombre. Es verdad, nosotros llamamos a los pecadores arrepentidos a una vida de buenas obras, una vida por el «camino estrecho»; pero esa vida, la vida de santidad, es en sí misma parte de la liberación de nuestros pecados que Dios hace en nosotros, Su obra de santificación. Por lo tanto, nuestra vida santa no es meritoria sino que de agradecimiento.
El mensaje de la fe reformada es el mensaje de la gracia. Son las buenas noticias, el evangelio.
4 comentarios
Comments RSS TrackBack Identifier URI
Cuan lejos está el evangelismo popular del verdadero evangelismo. Me sorprende ver la cantidad de dinero que algunos «evangelistas» gastan en equipos de sonido, folletos, globos, etc, muy parecido a una campaña política, cuando sería mejor que esos recursos los gastaran en la educación de los ministrosy misioneros, en una educación sólida y de antaño. Necesitamos predicar el viejo Evangelio y a la manera antigua: la manera correcta. Es triste saber que ante un mundo que se moderniza cada día, los creyentes peinsan que el destino y predicación de la Palabra de Dios corre de la misma manera. «Necesitamos nuevas estrategias», «Lo antes hecho no sirve para nada», dicen algunos. Han vuelto sus ojos a los hombres, como si ellos tuvieran la capacidad de hacer el bien, estando acostumbrados a hacer el mal. Aquellos predicadores, algunos de intensiones sinceras pero con una visión equivocada, van con la esperanza de que el pecador «acepte a Cristo» y que «deje que el Espíritu le toque», en lugar de confiar en la Soberanía de Dios y en un llamamiento eficaz del Espíritu para sus elegidos. Limitan su predicación al ya habitual: «Dios tene algo muy grande preparado para ti, aceptalo y serás muy bendecido, tu vida cambiará, etc.» Mientras que el mensaje principal de arrepentimiento y sujeción al Señorío de Jesús queda abandonado. Felicidades por la entrada, y q
Me gustaMe gusta
Dios te siga bendiciendo, tenemos mucho que trabajar, mucho que aprender y mucho que enseñar. Oremos para que Dios le de a Su Puebo ministros conforme a su corazón, y que guíen al rebaño, con toda ciencia e inteligencia.
Me gustaMe gusta
Muchas gracias por publicar estos artículos que nos hacen repensar nuestras «actividades evangelísticas». Que el Señor nos ayude y sea Él haciendo su obra en nosotros, abriendo nuestro entendimiento cada día más hacia la Gracia. Que Dios hace en nosotros cosas maravillosas por gracia. Para entender la magnitud de la gracia es necesario entender la magnitud del pecado. En eso quizá fallamos mucho.
Dios les bendiga.
Fernando García
Antofagasta, Chile.
Me gustaMe gusta
Buen articulo, porque define al evangelio de la gracia soberana frente a los falsos evangelios del libre albedrío. Todo depende de la predestinación, y el que no cree en esto, no ha entendido la Escritura. Ahora hay un problema en decir que se ha de mandar a los recién convertidos a una iglesia reformada porque hay muchas iglesias reformadas que son propiedad de Satanás, como las que son evolucionistas o que tienen pastoras. Puede haber todavía una cuantas iglesias presbiterianas o bautistas particulares o metodistas calvinistas o independientes fieles, pero son minoría. La apostasía está extendiéndose, y hay que tener mucho cuidado y no fiarse de las apariencias. No todo lo que se dice reformado es reformado de verdad, gracias a Dios tenemos la Reina Valera que nos da las claves para discernir.
Me gustaMe gusta