La Fe en Hebreos 11 (II)

Aquí va la segunda parte del artículo de W. Gary Crampton sobre el significado de la palabra fe en la Escritura.

En esta parte Crampton nos ayuda a aplicar las definiciones de fe que vimos en la primera parte al leer el texto de Hebreos 11 y así poder entender el pensamiento y la enseñanza del autor de la carta.

Leyendo Hebreos con Entendimiento

Siendo así el argumento, cuando leemos Hebreos 11 podemos insertar la definición «su creencia en la Palabra de Dios» en reemplazo de la palabra «fe» para clarificar las cosas. En el versículo 2 se lee: «Porque por ella [su creencia en la Palabra de Dios] alcanzaron buen testimonio los antiguos.» Fue su fe subjetiva en la verdad de «la fe» lo que los santos del Antiguo Testamento alcanzaron «buen testimonio» ante Dios. Esto es «Las simples y elementales verdades del Evangelio,» como se encuentran en las Escrituras, «que constituyen el piso de su futura esperanza.»[1] Estos santos «creyeron las promesas.»

El versículo 3 dice: «Por la fe [nuestra creencia en la Palabra de Dios] entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios.» Esto es la Escritura misma, esto es, «el contenido doctrinal del cristianismo,» lo que nos dice, como lo hace el Catecismo Menor (P.9), que «La obra de creación consiste en el haber hecho Dios todas las cosas de la nada, por su poderosa palabra, en el espacio de seis días y todas muy buenas.» Y por fe los santos aceptaron la Palabra de Dios al respecto; ellos creyeron que esas cosas fueron así simplemente porque Dios lo dijo en su Palabra.

En el versículo 4 es «por la fe [su creencia en la Palabra de Dios] [que] Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo.» El excelente sacrificio de Abel estaba basado en lo que él creía acerca de Dios y de los sacrificios, como Dios lo enseña. Él presentó un sacrificio con sangre, anticipando el sacrificio de Cristo, en oposición al sacrificio de Caín (Génesis 4.3-5). Matthew Henry comenta: «Abel llevó un sacrificio de expiación, la sangre fue derramada para remisión, se presentó a sí mismo como pecador, aplacó la ira de Dios e imploró su favor en un Mediador.»[2] Nuevamente, Abel creyó en el Dios que acepta tales sacrificios. Pero él pudo conocer de ese Dios y su placer en aceptar esos sacrificios sólo desde la fe, que es, la Palabra de Dios.

El versículo 5 dice que fue por su creencia en las promesas de Dios que Enoc «fue traspuesto para no ver muerte.» Él había depositado su fe en la verdad del evangelio y así vivió de manera que hubo «agradado a Dios» (ver Amos 3.3: «¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?»). El verso 6 nos enseña que «sin fe [creer, poner nuestra confianza, en la Palabra de Dios] es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.» ¿Cómo un pecador puede conocer con el fin de creer (ya que uno no puede creer en lo que no conoce) «que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.» Sólo se puede conocer por medio de la enseñanza de la Escritura, «el contenido doctrinal del cristianismo,» «la fe.»

En los versículos 7 al 11 aprendemos que la fe de Noé estaba basada en la «advertencia de Dios» (versículo 7); la fe de Abraham se fundó en el «llamado» de Dios para «salir al lugar que había de recibir como herencia» (versículo 8), y la promesa de Dios hecha con respecto a la «la tierra prometida» (versículo 9); y la fe de Sara se enfocó en la promesa divina hecha a ella en relación con el hijo que debería nacer de ella (versículo 11). Todas esas respuestas de fe son respuestas a la Palabra de Dios. Ellos consienten, están de acuerdo, asienten, las proposiciones que Dios reveló a aquellos santos. No fue por sensaciones, trances, intuiciones ni nada otra cosa que no fuera las proposiciones reveladas por Dios.

Los últimos dos versículos de Hebreos 11 desarrollan las primeras palabras del capítulo: «Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe [promedio de creer en la Palabra de Dios], no recibieron lo prometido [lo que se espera y no se ve]; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros [todos los elegidos], para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros.» Es decir, incluso los santos del Antiguo Testamento miraron su esperanza escatológica, ellos no vivieron la venida de Cristo y su eterna herencia. Aún por medio de lo que ellos creyeron, ellos abrazaron las promesas. Nosotros también, viviendo en la era del Nuevo Testamento, y recordando el trabajo completo de Cristo, seguimos esperando la segunda venida y nuestra herencia eterna. Es por creer la enseñanza de la Palabra de Dios que nosotros estamos seguro que esto ocurrirá.

Es sólo la Palabra de Dios, «la fe,» lo que nos da la sustancia de la fe subjetiva del pecador elegido. La fe subjetiva, sin ser «mesclada» con el objetivo «contenido doctrinal del cristianismo» (Hebreos 4.2), no es una fe salvadora. Eso es fe, lo que es creer, pero no es fe salvadora, ya que no cree en la Palabra de Dios. Fe salvadora es la que abraza las promesas de Dios. Esa es la fe que fue ejercida por todos los santos del Antiguo Testamento, quienes, como sus contrapartes del Nuevo Testamento, pusieron «los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe» (Hebreos 12.2). Sólo en Él todos los elegidos por Dios «son hechos perfectos.»


[1] Buswell, A Systematic Theology, 2:185

[2] Henry, Commentary on the Whole Bible, I:37-38

1 comentario

  1. Gracias por el post, jamás había visto Hebreos 11 de este modo, en cuanto aborde mii estudio a la epistola echaré mano de este artículo, gracias.

    Dios les bendiga

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