Revelación: El modo de la inspiración

Continuando la serie «Revelación», que no es más ni menos que el sexto capítulo del libro I de la Teología Sistemática de J. Oliver Buswell. Jr.

Esta entrega habla del modo de la inspiración, de los modos como Dios permitió que hombres elegidos por él escribieran las Sagradas Escrituras.

¿Qué diferencias hay entre la inspiración de Moisés y la de Lucas al escribir su evangelio? ¿Dios usó el mismo modo al inspirar a Pablo para escribir a los Romanos y para escribir a los Gálatas?

 

Cuando indagamos cómo Dios produjo los diferentes libros de la Biblia, la respuesta es que Dios habló a los padres por los profetas «muchas veces [polumeros] y de muchas maneras» [polutropos] (Heb 1.1). Dios no se ha limitado a un solo método.

A. Los libros de Moisés

No sabemos por qué combinación de la estimulación de la mente de Moisés y de la comunicación directa de información de otra manera indisponible, Dios hizo que Moisés escribiese la historia sencilla y ordenada de la creación del mundo y del hombre. La composición de los últimos cuatro libros del Pentateuco es bien clara. Pretenden ser, y obviamente lo son, un diario compuesto en el proceso del éxodo y los viajes en el desierto, compuestos bajo la dirección de Moisés, y sin duda arreglados en forma definitiva por Josué. La materia histórica de las Escrituras generalmente no pretende ser la comunicación sobrenatural de información de otro modo desconocida.

B. La profecía

Por otra parte, los escritos proféticos contienen porciones que definitivamente pretenden una revelación directa y sobrenatural. Estas porciones reclaman haber sido dadas en diferentes maneras bajo diferentes circunstancias, a veces por sueños, a veces por otras formas de la actividad de Dios.

C. Los evangelios

En el Nuevo Testamento, Mateo y Juan alegan haber sido escritos por miembros del círculo original de discípulos. Es costumbre aceptar el testimonio de Papías en cuanto a la composición del Evangelio de Marcos. Papías nos dice que Marcos escribió lo que Pedro predicó. Es interesante notar que el contenido del Evangelio de Marcos corresponde exactamente a lo que Pedro dijo que era imprescindible para el mensaje de un apóstol (Hch 1.22).

D. El Evangelio de Lucas

De interés especial es la manera por medio de la cual el Evangelio de Lucas declara haber sido compuesto. Se está de acuerdo en general en que Lucas fue el compañero de viajes de Pablo, y que es el autor del evangelio que lleva su nombre así como del libro de los Hechos. Los primeros cuatro versículos del Evangelio de Lucas nos permiten entrar íntimamente en su método de composición.

Lucas dice: «Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas…» (v.1).

Por estas palabras introductorias nos enteramos de que había muchas historias escritas de los hechos y dichos de Jesús. Por un estudio cuidadoso de los evangelios podemos obtener un cuadro bastante claro de algunas de las fuentes escritas a las que se refiere Lucas. Sabemos por la historia que los estudiantes tomaban notas de las conferencias de sus maestros. Sería difícil no creer que los discípulos de Cristo anotaran lo que él dijo e hizo. Sabemos también por la historia que el pueblo del siglo primero en Palestina escribía cartas acerca de los acontecimientos de interés para ellos. Es imposible dudar que mucha gente escribió cartas acerca de los hechos y dichos de Jesús, y que muchos de los cristianos guardaban con cariño tales escritos.

Sabemos también por la historia que había muchos hombres en el primer siglo capaces de escribir informes bastante amplios. Esta fue una civilización altamente literata. Harnack en su libro Bible Reading in the Early Church [La lectura bíblica en la Iglesia Primitiva] muestra que la capacidad de leer y escribir entre los judíos del siglo I era tan alta como en las naciones civilizadas de hoy. Ramsey en la primera parte de su libro Letters to the Seven Churches [Cartas a las siete iglesias] da datos interesantes mostrando el mismo hecho. Las palabras de Lucas parecen tener referencia a más que meras cartas y notas fragmentarias. Parece que Lucas está diciéndonos que muchos habían escrito en forma más o menos completa, informes de lo que ellos sabían acerca de Jesús y de sus dichos y hechos.

Luego Lucas continúa: «Tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos y fueron ministros de la palabra… » (v.2).

Estas palabras nos dicen claramente que Lucas habló con testigos oculares que habían visto y oído las cosas que Lucas registró. Sabemos que Lucas estaba en Palestina mientras Pablo estuvo preso en Cesaréa, es decir, un período de unos dos años. Lucas habría tenido oportunidad de hablar con testigos oculares durante este tiempo. Es altamente probable que así conoció los hechos del nacimiento e infancia de Jesús de la misma María. Lucas por tanto declara haber tenido informes escritos y haber recibido el testimonio de testigos oculares.

Sigue: «Me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden … para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido». (vv.3,4).

Estas palabras son significativas del cuidadoso método de investigación de Lucas: «haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen». Nótese que Teófilo, a quien el evangelio y el libro de Hechos están dedicados, no era uno del círculo original de discípulos sino uno que había sido «instruido»; la palabra literalmente significa «catequizado». David Smith, en su libro Life and Letters of Saint Paul [Vida y Cartas de San Pablo] da evidencias de que los catecismos para nuevos creyentes se escribieron a una edad muy temprana en la historia de la iglesia del Nuevo Testamento.

A veces me he preguntado si «Teófilo» no sería el nombre dado por Lucas a la juventud y a los nuevos creyentes de la iglesia, más bien que a un individuo. Sin embargo esto es pura conjetura.

El hecho es que Lucas consideró que una cuidadosa investigación histórica y una presentación ordenada de los hechos en cuanto a los dichos y hechos de Jesús era imprescindible para el que no había sido testigo ocular de la vida y obra de Cristo.

Este prólogo de Lucas nos da una valiosa respuesta a la pregunta: Si Dios inspiró la Biblia, y usó influencia sobrenatural al hacer que fuera escrita, ¿cuál es el valor de un estudio de evidencia adicional?, ¿cuál es el valor de la investigación histórica? La respuesta sugerida aquí es que hay muchos que no saben o no reconocen que la Biblia es la Palabra inspirada de Dios. Para muchas de estas personas, el hecho de que Lucas fuera un historiador cuidadoso ha sido en su experiencia una ayuda a la fe.

E. Gálatas

El modo de inspiración de la Epístola a los Gálatas es de interés especial. Los ignorantes a veces han acusado a la iglesia de creer supersticiosamente que las partes de la Biblia fueron transmitidas a los hombres enteramente escritas por un procedimiento netamente sobrenatural, desconectado de su relación a la experiencia histórica ordinaria. Es de suma importancia que nos demos cuenta de que Dios produjo la Biblia en el curso de la historia humana de tal manera que está íntimamente relacionada con los acontecimientos y problemas humanos.

Es como si cuando llegara el tiempo de echar las bases para la Epístola a los Gálatas, Dios empezara con el abuelo de Pablo quien fuera un fariseo celoso. La familia de Pablo había sido farisea por lo menos por dos generaciones anteriores, porque cuando dice, «soy fariseo, hijo de fariseo» (Hch 23.6), la palabra en el original es plural. En general los judíos de la dispersión fueron más celosos de sus tradiciones religiosas que los judíos de Palestina. Dios hizo que Saulo de Tarso tuviera la mejor educación rabínica posible a los pies de Gamaliel. Dios dio a Saulo una intensa lealtad y celo, y le permitió ser el principal perseguidor de la iglesia. Por una serie de eventos la convicción creció en su corazón, y cuando el tiempo de su experiencia en el camino a Damasco él iba dando «coces contra el aguijón».

Entonces el Señor lo convirtió súbita y violentamente; le dio las experiencias narradas en Damasco, Jerusalén, Siria, y Cilicia; lo trajo nuevamente a Antioquía; y por último lo envió con Bernabé en el primer viaje misionero. El celo ardiente de Pablo por las iglesias fundadas en este primer viaje misionero es muy evidente.

Luego después, no sabemos exactamente cuando, las noticias llegaron de las iglesias de Galacia: «Tus iglesias recién fundadas se han apartado de la fe, han perdido su testimonio cristiano, se han judaizado, y buscan justificación por las obras de la ley».

La emoción abrumadora junto con el agudo análisis intelectual, característicos de la Epístola a los Gálatas, fue así producida por una larga cadena de eventos. Pablo derrama la pasión de su alma por estos nuevos cristianos a quienes amaba tiernamente. Alguien ha dicho que la Epístola a los Gálatas es una chispa que salió incandescente del yunque de la controversia religiosa del primer siglo.

En cuanto al modo de inspiración, si la sabiduría humana hubiese deseado producir un tratado sobre la doctrina de la justificación por la fe sin las obras de la ley de tal envergadura que conmoviera al mundo, la sabiduría humana habría producido un artículo técnico enciclopédico para ser estudiado solamente en un ambiente académico. Al contrario, la sabiduría de Dios escogió un modo de producción que nos ha dado el mensaje ardiente capaz de poner fuego al mundo al ser descubierto de nuevo por Martín Lutero.

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2 comentarios

  1. Ya hice de este sitio uno de mis blogs favoritos.
    Sigan adelante!

    Bendiciones!

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  2. Muchas gracias «Lumbrera», estoy comenzando a ver el suyo.

    Que Dios la bendiga.

    Marcelo

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