La Naturaleza de la Escritura

Texto extraído de la Teología Sistemática de Vincent Cheung, en él el teólogo americano nos habla de la importancia de amar y reconocer a la Biblia como la única fuente para obtener conocimiento de Dios.

«Una persona ama a Dios solamente hasta donde ame la Escritura» nos dice Cheung en esta exposición donde niega la validez de las imágenes, la música y la experiencia religiosa como medios que nos permitan conocer a Dios.

LA NATURALEZA DE LA ESCRITURA

por Vincent Cheung

Debemos enfatizar la naturaleza verbal o proposicional de la revelación bíblica. En una época en que muchos menosprecian el valor de palabras, en pro de imágenes y sentimientos, debemos notar que Dios escogió revelarse a través de las palabras del lenguaje humano. La comunicación verbal es un medio adecuado de transmitir información de y sobre Dios. Esto no solamente afirma el valor de la Escritura como una revelación divina significante, sino también el valor de la predicación y del texto como medios para comunicar la mente divina, como es presentada en la Biblia.

La propia naturaleza de la Biblia como una revelación proposicional, testifica contra las nociones populares de que el lenguaje humano es inadecuado para hablar sobre Dios, que las imágenes son superiores a las palabras, que la música tiene valor mayor que el de la predicación, o que las experiencias religiosas pueden enseñar mas a una persona, sobre las cosas divinas, que los estudios doctrinales.

Algunos argumentan que la Biblia habla en un lenguaje que produce vívidas imágenes en la mente del lector. Con todo, esta es solamente una descripción de la reacción de algunos lectores; otros pueden no responder del mismo modo a los mismos pasajes, aunque ellos puedan captar la misma información de ellos. Así, eso no cuenta contra el uso de palabras como la mejor forma de comunicación teológica.

Si las imágenes son superiores, entonces, ¿por qué la Biblia no contiene ningún dibujo? ¿No sería su inclusión la mejor manera de asegurarse que nadie formase imágenes mentales erróneas, si ellas son de veras un elemento esencial en la comunicación teológica? Aún si las imágenes fuesen importantes en la comunicación teológica, el hecho de que Dios escogió usar palabras-imágenes en vez de dibujos reales, implica que las palabras son suficientes, si no superiores. Mas allá de palabras-imágenes, la Escritura también usa palabras para discutir las cosas de Dios en términos abstractos, no asociados con cualquier imagen.

Una figura no vale más que mil palabras. Suponga que presentemos un dibujo de la crucifixión de Cristo a una persona que no tenga ningún background cristiano. Sin ninguna explicación verbal, sería imposible para ella constatar la razón de su crucifixión y el significado de ella para la humanidad. La imagen en sí misma no muestra ninguna relación entre el evento y cualquier cosa espiritual o divina. Ella no muestra si el evento fue histórico o ficticio. La persona, al mirar un dibujo, no tendría como conocer las palabras que Él dijo cuando estaba en la cruz. A menos que haya centenas de palabras explicando la figura, la imagen, por sí sola, no tiene ningún significado teológico. Sin embargo, una vez que haya muchas palabras para explicarla, alguien difícilmente necesitaría de la imagen.

El punto de vista que exalta la música por encima de la comunicación verbal sufre la misma crítica. Es imposible derivar cualquier significado religioso de la música, si ella es ejecutada sin palabras. Es verdad que el Libro de Salmos consiste de una gran colección de cánticos, proveyéndonos de una rica herencia para la adoración, reflexión y doctrina. Aún así, las melodías originales no acompañan las palabras de los salmos, ninguna nota musical acompaña a ninguno de los cánticos en la Biblia. En la mente de Dios, el valor de los salmos bíblicos está en las palabras, y no en las melodías. Aunque la música desempeñe un papel en la adoración cristiana, su importancia no se aproxima a la de las palabras de la escritura o del ministerio de la predicación.

Con respecto a las experiencias religiosas, incluso tener una visión de Cristo no tiene mayor valía que mil palabras de la Escritura. No se puede probar la validez de una experiencia religiosa, sea una cura milagrosa o una visitación angelical, sin el conocimiento de la Escritura. Los encuentros sobrenaturales más espectaculares son vacíos de significado sin la comunicación verbal que informe a la mente.

Todo el episodio de Éxodo no podría haber ocurrido si Dios hubiese permanecido en silencio cuando se apareció a Moisés en medio de la zarza ardiente. Cuando Jesús apareció en un resplandor de luz, en la entrada de Damasco, lo que habría acontecido si Él se hubiese rehusado a responder cuando Saulo de Tarso le preguntó: “¿Quién eres, Señor?” La única razón por la cual Saulo percibió que estaba hablando con Él, porque Jesús respondió con las palabras: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues” (Hechos 9.3-6). Las experiencias religiosas sin significado, a menos que sean acompañadas por la comunicación verbal, transmitiendo contenido intelectual.

Otra percepción errónea con respecto a la naturaleza de la Biblia es considerar la Escritura como un mero registro de discursos y eventos reveladores y no la revelación de Dios en sí misma. La persona de Cristo, sus acciones y sus milagros revelaban la mente de Dios, pero es un engaño pensar que la Biblia es meramente un relato escrito de ellos. Las mismas palabras de la Biblia constituyen la revelación de Dios para nosotros y no solamente los eventos a los cuales ellas se refieren.

Algunos temen que una fuerte devoción a la Escritura implica estimar más el registro de un evento revelador que al evento mismo. Pero, si la Escritura posee el status de revelación divina, entonces tal preocupación no tiene fundamento. Pablo explica que “Toda la Escritura es inspirada por Dios” (2 Timoteo 3.16). La propia Escritura fue inspirada por Dios. Aunque los eventos que la Biblia registra puedan ser reveladores, la única revelación objetiva con la cual tenemos contacto directo es la Biblia.

Visto que la elevada opinión de la Escritura que abogamos aquí es solamente la que la misma Biblia afirma, los cristianos deben rechazar toda doctrina que se presente como siendo de la Escritura que comprometa nuestro acceso a la revelación infalible de Dios. Sustentar una opinión inferior sobre la Escritura destruye la revelación como la autoridad última de alguien, y, entonces, es imposible superar el problema epistemológico resultante.

Cuando una persona niega que la Escritura sea la revelación divina en sí misma, ella permanece como “solo un libro”, y esa persona duda en darle reverencia completa, como si fuera posible adorarla excesivamente. Hay supuestos ministros cristianos que presionan a los creyentes a oír al “Señor del libro y no al libro del Señor”. Mas, visto que las palabras de la Escritura fueron inspiradas por Dios, y aquellas son la única revelación objetiva y explícita de Dios, es imposible oír a Dios sin oír su libro. Visto que las palabras de la Escritura son las palabras divinas, alguien estará escuchando al Señor solamente cuando esté escuchando las palabras de la Biblia. Nuestro contacto con Dios es a través de las palabras de la Escritura. Proverbios 22.17-21 indica que confiar en el Señor es confiar en sus palabras:

Inclina tu oído y oye las palabras de los sabios, Y aplica tu corazón a mi sabiduría; Porque es cosa deliciosa, si las guardares dentro de ti; Si juntamente se afirmaren sobre tus labios. Para que tu confianza sea en Jehová, Te las he hecho saber hoy a ti también. ¿No te he escrito tres veces En consejos y en ciencia, Para hacerte saber la certidumbre de las palabras de verdad, A fin de que vuelvas a llevar palabras de verdad a los que te enviaron?

Dios gobierna su iglesia a través de la Biblia; por lo tanto, nuestra actitud para con ella refleja nuestra actitud para con Él. Nadie que ama a Dios no amará sus palabras de la misma forma. Aquellos que dicen amarlo deben demostrar eso por una obsesión celosa para con sus palabras:

¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación…¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca. (Salmo 119:97,103)

El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre; Los juicios de Jehová son verdad, todos justos. Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; Y dulces más que miel, y que la que destila del panal. (Salmo 19:9-10)

Una persona ama a Dios solamente hasta donde ame la Escritura. Puede haber otras indicaciones de el amor de alguien para con Dios, más el amor por su palabra es un elemento necesario, por el cual todos los otros aspectos de nuestra vida espiritual son medidos.

El texto en inglés puede ser descargado del sitio del autor: www.vincentcheung.com

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